Nueva Alcarria. Pedro Larrad. Viernes, 29 de julio de 2005
Fray Antonio Álvaro fue la primera persona en hacer chocolate
Si a un hijo de Villel, situado en cualquier punto de España o en el extranjero, se le pide que dé un nombre con el que identificar de alguna forma Villel, muy probablemente el más escuchado fuera el Monasterio de Piedra. Un vecino de Villel, Fray Antonio Álvaro, fue abad en el siglo XVI del monasterio.
Miguel López Gordo escribe la historia del fraile de esta manera en su libro «Villel de Mesa, apuntes sobre esta villa», publicado en diciembre de 2002. «Fray Antonio Álvaro, Abad del Monasterio de Piedra y la primera persona en hacer chocolate en el Viejo Mundo.»

El Monasterio de Piedra fue fundado en el siglo XII, por un grupo de trece monjes que salieron de Poblet y recalaron en este punto, en tierra fronteriza con el Reino de Castilla. El Rey Pedro II facilita a los monjes el castillo que había en este lugar y comienzan las obras para dedicarlo a la vida monacal. En 1278, bajo el reinado de Jaime I el Conquistador, acaba la construcción del Monasterio de Piedra.
«Fray Antonio Álvaro, fue el primer abad elegido para un periodo de tres años, ocupando el orden 36 y 39 de los 113 abades que tuvo el Monasterio entre los años 1218 y 1835.»
Pero la nota más destacada que sigue hasta nuestros días y que continuará en el futuro es el hecho de que fue la primera persona en hacer chocolate en el Viejo Mundo.
El primer chocolate
«En 1531 Fray Antonio Álvaro recibió una misiva de un monje aragonés que marchó tras el Descubrimiento al Nuevo Continente. Este monje, Fray Jerónimo de Aguilar, le mandó las instrucciones para elaborar una suculenta bebida a base de semillas de cacao a la que le había dado el nombre de chocolate y que él mismo había formulado a partir de una bebida nativa de cacao.
El abad ordenó la elaboración de esta receta para disfrute de ellos. Posteriormente y debido al éxito que tuvo, la receta pasó al resto de conventos cistercienses de Aragón y a la realeza. Hasta que en el siglo XV, en el que ya lo disfrutaba todo el pueblo, un florentino llamado Antonio (o Francesco) Carletti exportó la elaboración del chocolate a Italia y a toda Europa.»
La vida contemplativa desaparece entrando el siglo XIX. En 1835 se produce la salida de los monjes. La desamortización de Mendizabal pone en venta el conjunto. Lo compra en 1840 Pablo Muntadas Campeeny, que adquiere no sólo la histórica edificación sino también la extensa propiedad que abarcaba tierras de cultivo y amplios pastos para ganado. Fue lo que durante siglos sustentó la comunidad religiosa. Pablo Muntadas Campeny da continuidad a ese mismo uso y aprovecha este enclave como explotación agropecuaria.