11 minutos
01/2025
Miguel López Gordo
Enlace persistente
El castillo de los Funes, en Villel de Mesa, está situado sobre una gran mole rocosa alargada de paredes verticales, que alcanzan los cuarenta metros de altura y algo más de largo. Esta cresta se localiza entre el caserío con orientación norte – sur. La parte meridional se alza entre las casas y el palacio de los marqueses de Villel, imponiéndose el castillo. Por el contrario, la parte norte del caserío de Villel de Mesa está más elevada y cercana a la altura del castillo y la torre del homenaje. Para llegar a la entrada del castillo de los Funes no queda más remedio que subir por las empinadas y estrechas calles de Villel de Mesa.
De su estructura hay que decir que es sencilla. Tiene planta rectangular, de unos 40 metros de largo, estrecha y con orientación aproximada norte – sur. Su pequeño tamaño es difícilmente explicable, si no es por la limitación física de su base rocosa y porque estuvo subordinado a la fortaleza del Mesa, ya que se levantó en una zona estratégica: en la frontera entre los reinos castellano y aragonés, con continuas incursiones de ambos reinos.
El núcleo de la construcción es de tapial, pero gran parte de la estructura se encuentra cubierta de sillares, por lo que los muros son extremadamente gruesos en algunos puntos. La construcción con tapial exigía levantar muros gruesos por la blandura del material, a lo que hay que añadir los bloques de sillería. Se diferencian un patio de armas en el centro y dos torres desiguales a los lados, que se describen a continuación.
Se accede al castillo de los Funes a través de la torre del homenaje por una modesta puerta de arco de medio punto, la cual está encallada parcialmente por la acumulación de cascotes y sedimentos en el interior. La torre tiene algo más de unos quince metros de altura y diez metros de anchura. En la torre principal los muros alcanzan el máximo espesor, cerca de los cuatro metros. Ésta se correspondía con la antigua residencia de los señores y presentaba tres pisos, hoy totalmente hundidos.
Por su pequeño tamaño es de suponer que cada piso fuese una estancia. Posteriormente, surgieron necesidades de ampliar las estancias de la torre, por lo que se levantó un cuerpo adosado a esta torre quitando espacio al patio. Con la ampliación de la torre ya se disponía de dos a tres estancias por nivel. Destacan en la pared oriental del cuerpo adosado dos ventanas gemelas de arco rebajado y pequeña abertura lanceolada en la clave.
Entre ambas torres se encuentra el patio de armas, que es estrecho y rectangular al igual que la planta del castillo. Actualmente se encuentra repleto de tierra y con vegetación, por lo que hay que evitar andar por las orillas si no queremos correr peligro de caernos. Francisco Layna comenta que se podía distinguir en el centro los restos de un aljibe para recoger el agua, pero el paso de casi ochenta años lo ha debido ocultar.
La torre sureña recibe el nombre, por su orientación, de torre del Mediodía. Ésta es más pequeña que la torre del homenaje, su lado meridional tan sólo mide cinco metros de ancho. En este mismo lado, y en la base, presenta una poterna o pequeña puerta que en sus días comunicaba la torre con la punta del peñasco, pero que actualmente está oculta por la tierra acumulada en el interior. Tenía dos estancias superpuestas con estrechas ventanas.
El origen de la fortaleza es toda una incógnita, por lo que todo lo que se diga son meras suposiciones. Por tanto habrá que tener en cuenta las dos hipótesis posibles. Bien que tenga su origen en los continuos enfrentamientos entre Castilla y Aragón; o bien que los árabes levantaran una pequeña alcazaba o una atalaya sobre el peñasco y los castellanos la aprovecharan a partir de la repoblación. Para apoyar las dos opciones me baso en el estudio que hizo Francisco Layna.
Que fuera construido por los árabes durante su permanencia en la zona (ss. VIII-XII), es perfectamente posible. En primer lugar, porque se sabe que estuvieron asentados en el término, como lo demuestra el yacimiento de El Villar. Otro punto a favor sería el material con el que está edificado el núcleo del castillo: el tapial, material a base de arcilla. Los árabes utilizaban mucho este material, al contrario que los arquitectos cristianos que sólo utilizaban la arcilla en el caso de que escasease la piedra o que fuese muy dificultoso su traslado, cosa que no ocurre en Villel. Posteriormente a los árabes, fue revestido, gran parte, con bloques de piedra o sillería para hacerlo más fuerte.
La otra posibilidad es que fueran los cristianos quienes erigiesen el castillo en el siglo XIII, coincidiendo con el comienzo de las guerrillas entre castellanos y aragoneses. No hay que olvidar que el valle del Mesa era parte de la frontera entre ambos reinos. En una primera fase se levantaría lo que actualmente se corresponde con el núcleo arcilloso. Como antes se mencionaba, los cristianos no solían utilizar el tapial y más abundando la piedra en la zona, pero quizá la suma de varios factores les inclinase hacia ese material. Es decir, la situación del castillo sobre la cresta rocosa le hacía poco vulnerable, más teniendo en cuenta que la maquinaria bélica de la época no era muy devastadora; además, la cercanía de la gran fortaleza del Mesa convertía al pequeño castillo de Villel en un satélite o castillo auxiliar.
Otro factor tener en cuenta es el tiempo: posiblemente eligieran el barro porque se tardaba menos en trabajarlo. Posteriormente, como se indica en el párrafo anterior, fue reforzado con bloques de piedra o sillería, ya fuera por el endurecimiento de los enfrentamientos o por la destrucción del castillo de Mesa durante el reinado de los reyes Católicos. También hay que tener en cuenta que en el señorío de Molina existen más castillos con tapial y que son posteriores a los árabes. Por tanto, es difícil llegar a una conclusión.
Lo que sí se sabe sobre el castillo de los Funes es que perteneció durante largo tiempo ―desde el siglo XII al XV― al linaje que le ha dado nombre: los Funes. Esta familia era de origen navarro y llegó a la zona para participar en la repoblación. Jugó un importante y diplomático papel entre el reino de Castilla y la Corona de Aragón, lo que le permitió estar siempre en posesión de la fortaleza y la villa. Posteriormente y hasta el fin del régimen señorial, continuaron sus sucesores.
Es en este momento, a finales del siglo XVI cuando se inicia el abandono del castillo por contar ya con la comodidad y modernidad del palacio situado a los pies del castillo. De hecho, aparecen referencias interesantes unas décadas más tarde acerca de esto: En la década de los años veinte del siglo XVII, Diego de Andrade y Funes, y María de Pedroso y Andrade, señores de Villel llegaron a hipotecar el castillo en un censo a favor del monasterio de Buenafuente del Sistal (Olmeda de Cobeta)33. Y en 1688 el castillo se describe sin habitar, pero en buen estado45; además se indica que contaba con un escudo de armas sobre la puerta que llamaban «de arriba».
Sin embargo, el abandono del uso residencial y defensivo de la fortaleza hará que comience un lento deterioro que llega hasta hasta nuestros días. A finales de 1844 llega a las autoridades de Villel un cuestionario remitido por la Comisión de monumentos provincial para recabar información sobre el patrimonio histórico-artístico de los pueblos. En dicho cuestionario1, la respuesta 33 hace referencia a la existencia de algún castillo, en la que se responde: «Hay uno en medio del pueblo, antiguo, se halla derrotado y no habitado, sin obtener tradición alguna interesante.»
Desde entonces, y ya en manos del Estado, ha habido varios intentos para evitar su ruina total, Antonio Herrera Casado (1972)262 se refiere a este como el alto cadáver rojo. Uno de ellos fue como consecuencia del derrumbe que sufrió parte del castillo por el alcance de un rayo el 19 de agosto de 1974, el lunes anterior al día de San Bartolomé ―24 de agosto―, patrón de Villel de Mesa. No solo se lamentó los daños provocados en el almenado de la torre del Mediodía, si no que también los desprendimientos afectaron a algunas casas situadas al pie del castillo. Las lluvias comenzaron el sábado 17 y se fueron incrementando hasta alcanzar, el fatídico lunes, los 274 litros por metro cuadrado ―precipitación medida en la estación de Jaraba P F E (AEMET)― junto con aparato eléctrico. Tras dar cuenta de ello a las autoridades provinciales, en la mañana del martes 27 acudieron a evaluar los daños causados el gobernador civil y jefe provincial ―Pedro Zaragoza Orts―, el aparejador del Ministerio de la Vivienda ―sr. Cobos― y el jefe del departamento de Acción Local y secretario del Patronato Gerardo de Juan-García ―sr. Navío Martínez―. Después del correspondiente informe del aparejador, Pedro Zaragoza «ordenó el derribo de la parte del castillo que ofrecía peligro por sus ruinas, y afirmó que serán reconstruidas aquellas partes del histórico edificio que fueron destrozadas por el rayo caído.»263
Una década después, en diciembre de 1983, la reconstrucción del castillo vuelve a saltar a la prensa en una entrevista264 a Javier Quintín, diputado provincial y vocal en la Comisión de Educación y Cultura, concejal y médico de Villel de Mesa:
«Yo voy a hacer todo lo posible porque el Ayuntamiento haga lo que debe que es declararlo ruinoso. En Nueva Alcarria se me acusa de porqué no había solicitado que se arreglase el castillo de Villel de Mesa. Está solicitado hace tiempo a la Junta de Comunidades e incluso hemos mantenido contactos con los arquitectos de Diputación Provincial para que vean que se puede hacer y poder incluso mantener dentro un pequeño museo.»
Y ya recién estrenado el siglo XXI, según Nueva Alcarria (28/06/2002) ―que cubría la visita del subdelegado del Gobierno, Jonás Picazo―, el Ayuntamiento barajó la posibilidad de comprar el castillo al Ministerio de Hacienda; con el objeto de reconstruirlo en la medida de lo posible a través de ayudas de la Administración, como 30 millones de pesetas que tenía concedidos dicho ministerio para la limpieza y retirada de restos de desprendimientos.
A finales de 2018 se constituye la Asociación de Amigos del Castillo de Villel de Mesa con el objetivo de promover la conservación del castillo. Y a día de hoy, afortunadamente, se ha conseguido que en breve vayan a dar comienzo las necesarias obras de consolidación en el Castillo de los Funes.