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01/2025
Miguel López Gordo
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La presencia de asentamientos humanos en la zona se remonta, según nos atestiguan los distintos yacimientos arqueológicos presentes dentro de los límites de Villel de Mesa, al año 1000 antes de nuestra era. Sirvan de ejemplo los siguientes: Cabeza de Gómez, Cabeza de Molino, Cerro Renales, Piedra Cuatro Onzas, Puente Mesa y la Taina. Todos ellos fechados en la transición del Bronce Final, o también llamado Bronce III, al Hierro.
Entre los años 600 y 300 a. C., la región del señorío de Molina se encontraba en plena Celtiberia Citerior. En concreto, el término de Villel de Mesa estaría bajo el dominio de la tribu Tittos, que se extendían desde lo que es la actual Molina de Aragón hasta el desagüe del río Mesa en el Piedra.
Pasan muchos siglos de convivencia entre los distintos pueblos hasta la llegada de los romanos a la parte oriental de la meseta, allá por el siglo II a. de C. En su permanencia no dejaron nada significativo en esta zona, a caballo entre las provincias de Trarraconensis y Cartaginensis.
Se cree que muy cerca de Villel de Mesa pudo pasar una vía romana, que comunicaba la zona de La Mancha con la importante calzada que conectaba las ciudades de Calatayud y Sigüenza, Bilbilis y Segontia respectivamente en aquellos tiempos. Este ramal se denomina camino de arrieros y cruza el Mesa antes de Turmiel para dirigirse a Mochales, Sisamón y Cetina.
El único posible recuerdo del esplendoroso imperio romano es un viejo puente sobre el Mesa que bien puede pasar desapercibido, ya que está invadido por la vegetación y a la sombra del moderno. Se localiza a la entrada de Villel de Mesa por la carretera que viene de Mochales. La sabiduría popular lo llama el puente romano, pero no he encontrado ningún estudio acerca de su posible origen.
La próxima evidencia clara de asentamiento humano nos lleva al pueblo visigodo, el cual hizo presencia en la zona sobre el siglo VI. De su cultura nos han quedado los restos de una necrópolis con sus tumbas y ajuares y alguna otra tumba aislada.
La región estuvo bajo dominación islámica entre los años 714 y 1128; territorialmente se enmarcaba dentro de la región de Barusa, perteneciente a la Marca Media.
En Villel de Mesa habitan El Villar, actual yacimiento de restos de piezas cerámicas de esta época. Además, en dicho yacimiento se puede aún observar, con cierta dificultad, lo que fue el antiguo poblado.
Es entre los años 1121 y 1124 cuando finaliza la conquista de los últimos territorios de los valles del Jalón y el Mesa, iniciada por Alfonso I de Aragón, el Batallador, en Calatayud. La totalidad del territorio molinés se da por recuperado con la toma de Molina a finales de 1128.
La comarca molinesa pasa, durante los años treinta, de ser una conquista aragonesa a un señorío castellano independiente, quedando en manos de Manrique de Lara, noble de la corte de Alfonso VII de Castilla, quien procederá a la repoblación del territorio mediante el Fuero (1140-1152) que él mismo concede. Acompañando a don Manrique, primer señor de Molina, aparecen varios nombres pertenecientes a familias importantes, entre estos un Funes: Gonzalo de Funes.
Es en este momento cuando tiene su verdadero origen la actual villa de Villel. El valle del Mesa representa uno de los pocos lugares donde se distribuirá el grueso repoblacional debido a sus mejores condiciones climáticas y la existencia de tierras fértiles.
El Fuero de Molina menciona como límite norte del señorío las poblaciones de Sisamón, Jaraba, Cimballa y Cubel, empero, no enumera las poblaciones de Algar, Villel y Mochales en la relación de lugares pertenecientes al Fuero, que quedarían dentro de los límites descritos. Y es que Villel y las vecinas Algar y Mochales junto a sus fortalezas y el castillo de Mesa como cabeza, conformarán el señorío de Mesa.
En 1199, un documento registra la venta de la dehesa de Mochales por parte Gonzalo de Mesa a Ramiro Pérez de Lara, hermano de Gonzalo Pérez de Lara, tercer señor de Molina. Y en 1238, el mismo Gonzalo Pérez de Lara aparece también como señor de Mesa. Así consta en las adiciones al Fuero de Molina realizadas por Blanca Alfonso, quinta señora de Molina (1272-1293), que nombran los señoríos de Mesa y Mochales.
El señorío de Villel surge a finales del siglo XIII. Según algunas fuentes, con el ascenso de Sancho IV al trono de Castilla (1284), quien le otorga privilegios.
De hecho, en 1285 consta el señorío de Villel. Blanca Alfonso de Lara, quinta señora de Molina, cede el bosque de La Nava (Anquela la Seca), donde solía cazar el infante don Alfonso X el sabio, a Garci Vigil de Quiñones, marido de María de Funes, hija del señor de Villel.29
Los dominios del señorío estarían formados por las poblaciones de Villel y Algar, así como sus fortalezas. Aunque a lo largo de la historia, Algar ha sido moneda de cambio entre los Señores de la zona. En 1476, Íñigo López, señor de Mochales, compra los dominios de Algar para más tarde venderlo a Miguel Gotor, señor de Calmarza. Finalmente, fue adquirido de nuevo por los señores de Villel hasta la abolición del régimen señorial.29
En la mitad del siglo XIV, se suceden periodos de enfrentamientos bélicos entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón el Ceremonioso, conocidos como la Guerra de los dos Pedros; una disputa en la que se mezclan el enfrentamiento entre dos reinos, la sucesión en Castilla e intereses internacionales.
En 1356 Pedro I de Castilla, el Cruel o el Justiciero depende de quien lo narre,realiza una serie de incursiones, quedando toda la zona adjunta a Castilla19. Un par de años más tarde, Enrique de Trastámara, hermanastro de Pedro I y aspirante al trono de Castilla, su hermano Tello y el conde de Luna, hacen campaña por las fronteras de Ariza y Daroca, tomando los castillos de Villel y Mesa32.
En 1369 muere Pedro I a manos de su hermanastro Enrique con la ayuda de Beltrán Duguesclín, que le acompañó en su lucha por el trono de Castilla. En agradecimiento le otorga el ducado de Molina, pero ante tal imposición, Molina solicita vasallaje a Pedro IV, quien quedará como señor de Molina hasta que vuelva a manos de Enrique II con la Paz de Almazán en 1375. Y así como hizo Molina, otros lugares solicitaron vasallaje al rey aragonés: Gonzalo Sánchez de Villel hizo lo propio, quien tenía el castillo de Algar32.
32 Ya en el siglo XV, el señor de de Villel daba servicio al Conde de Medinaceli en el lado de Castilla. En marzo de 1452, el conde de Medinaceli, que por aquellos años era Gastón de la Cerda y Sarmiento y que había estado apresado por casi dos años por el rey de Navarra, tomó como venganza las fortalezas de Villarroya en la vecina comunidad de Calatayud. Allí dejó por capitanes los caballeros: Juan de Torres, Diego López de Medrano y Juan Sánchez de Funes, que era señor de Villel.
Tres meses más tarde Juan II de Navarra, que estaba al frente de Aragón, se dispuso a dar guerra a los valedores y capitanes que el Conde de Medinaceli tenía en sus fronteras, los mencionados Juan de Torres, Diego López de Medrano y Juan Sánchez de Funes. Así, ya en el mes de julio, el gobernador de Aragón, Perdo de Urrea y Pedro Bardají atacaron el castillo de Villel estando su señor dentro. El resultado fue la rendición del lugar, quedando a cargo y defensa de Pedro de Urrea; si bien la rendición se pactó con condiciones: «Entre las otras condiciones era que el Rey le recibieses por su vasallo y a un hijo suyo, y que el lugar y castillo de Villel fuese del reino de Aragón y dentro de su señorío Y esto se remitió a lo que el rey ordenase, aunque era cosa muy cierta y sabida que en los tiempos antiguos estuvo dentro de los límites de este reino.»
Camino de vuelta a Tarazona, los de Aragón se vieron envueltos en una revuelta en las proximidades de Villarroya con gente del conde de Medinaceli, apresando a dos primos del conde de Medinaceli y un hijo de Juan Sánchez de Funes.
Un años después, el acoso de las tropas que el rey Juan tenía apostadas frente a Villarroya ahogaba los suministros de la defensa, y junto a otras compañías de frontera que podían reunir, pensaban tomar el lugar. Sin embargo por otro lado, el conde de Medinaceli acudió en defensa de Villarroya con un ejército de 800 soldados a caballo y otros 2000 a pie, a lo que se sumaba el contingente que traía el príncipe Enrique de Castilla: una caballería de 2.500 unidades y 5.000 de infantería. De este modo, se procedió al socorro de la plaza sin recibir resistencia alguna.
Y finalmente, el 9 de septiembre de 1453 se firma el tratado de Ágreda por el cual Enrique, príncipe de Castilla, y Juan II de Navarra, regente de Aragón, acuerdan una tregua de cuatro meses: «… concertaron ciertos capítulos de la tregua por los cuatro meses por el castillo y villa de Atienza y por los castillos y fortaleza de la Peña de Alcázar, Juera, Arcos, Montuenga, Bozmediano y Villel del reino de Castilla que se tenían por los nuestros y por los castillos y lugares de Villarroya, Verdejo, Bordalba y El Tormo, del reino de Aragón, que se tenían por los enemigos.» Durante la tregua se determinó que dichas fortalezas quedarían durante un año en tercería de la reina de Aragón, María de Castilla; y si no se rompía el pacto de paz, sería devueltas a sus legítimos dueños: los primeros al conde de Medinaceli, Villel a Juan Sánchez de Funes y los últimos al rey de Aragón. Y así ocurrió; ya en 1454 la fortaleza de Villel regresa a Juan Sánchez de Funes de manos de Juan Ramírez de Arellano.
En octubre de 1468, Luis de Velasco planeaba tomar los castillos de Villel y de Mesa o Peña de Mesa, además de otros del Señorío de Molina, como los de Zafra y Fuentelsaz. Pero al intentarlo, el día 11 de diciembre del mismo año, se encontró tal resistencia que tuvo que abandonar su empresa de tomar dichos sitios.
Del Monasterios de Piedra regresaban Edme de Saulieu, Abad de Claraval, Claude de Bronseval y Jean de Vicelieu, entre otros integrantes del grupo de monjes cistercienses. Corría el año de 1533. Visitaban la península Ibérica con el objetivo de verificar que en los monasterios seguían firmemente los preceptos de la Regla de San Benito. Por ejemplo, impedir ciertas libertades que se tomaron, como elegir los abades por un periodo de tres años (abades trienales) en vez de elegirlos vitalicios o eliminar el voto de permanencia en el mismo monasterio. Licencia que se atribuían en el monasterio de Piedra; sirva como ejemplo el abad del monasterio de Piedra: Fray Antonio Álvaro. Era natural de Villel de Mesa, y primer abad elegido para un periodo de tres años, de 1531 a 1533 y posteriormente de 1535 a 1538.
Este viaje quedó registrado en un manuscrito que había permanecido inédito hasta entonces, y que se había salvado azarosamente de los avatares que siguieron a la Revolución Francesa (Calero, 1988). Estaba en latín y no vio la luz hasta 1970, cuando se publica bajo el título Peregrinatio hispanica: voyage de Dom Edme de Saulieu, abbé de Clairvaux, en Espagne et au Portugal, 1531-1533 por Maur Cocheril.
Era el mes de abril cuando atravesaron el Valle de Mesa para dirigirse a Portugal nuevamente. El 26 pasaron Algar de Mesa y se detuvieron en Villel de Mesa para alojarse. A continuación reproduzco la traducción que aparece en la publicación de Olea Álvarez (1998):
«Avanzando por un camino pedregoso, boscoso y montañoso llegamos a una aldea, Algar, situada entre montes horribles y peñascos y de nuevo en marcha a lo largo de horribles rocas, llegamos por fin a una pequeña villa llamada Villel, donde Monseñor fue bien alojado y tratado en la casa del cura del lugar. Los demás, por nuestra parte, fuimos repartidos en la población y descansamos bien en un buen alojamiento.
El día 26, después de celebrar misa, salimos de allí y penetramos en montes pedregosos, luego en otros boscosos por un camino malo, y llegamos a comer en la aldea de Arcos, de la que he tratado antes, es el puerto de Castilla.»213
No olvidemos a Fray Antonio Álvaro, natural de Villel de Mesa y abad trienal del monasterio de Piedra, por dos veces y en contra de las predicaciones del de Claraval. Porque aún queda contar cómo llegó a sus manos la primera receta del chocolate y se cocinó en los fogones del monasterio.
La Guerra de Sucesión (1700-1714) deja sus marcas en Villel. Entre ellas el incendio del palacio de los Marqueses en 1710, como venganza por los hechos protagonizados por Alonso González de la Cámara, marqués de Villel, en la liberación de Molina. Como se verá más adelante, fue en el mencionado palacio donde Alonso y Juan Malo gestaron la liberación de Molina, año 1706.
A finales de la década de los veinte, del siglo XVIII, la zona sufrió intensos daños en cosechas y ganado debido a los crudos inviernos y sus inclemencias meteorológicas, granizo, heladas y nevadas.
Villel de Mesa permaneció adscrito a la provincia de Cuenca hasta 1801, año en el que pasa a formar parte de la provincia de Soria.72
Y más incendios en la Guerra de la Independencia (1808-1814), aunque esta vez la peor parte se la llevó la iglesia parroquial y su órgano, tras el incendio de la villa por parte de los franceses. El 20 ó 21 de marzo de 1810, por motivos de la guerra, se traslada a Villel la Junta Provincial de Soria, presidida por don José Alonso; y con dicha institución, también vino la Administración de Correos de Soria, a cargo de Manuel Laguna Gutiérrez. Fue en este año de 1810 cuando Villel y los pueblos de la zona sufrieron la barbarie francesa, sirva de ejemplo la siguiente crónica de la Gaceta del Gobierno del 16 de Junio de 1812:
«Molina de Aragón, 9 de Mayo. La Junta Superior ha estado para ser sorprendida por los franceses. El 5 del corriente hicieron un movimiento de las tropas de la guarnición de Used, pertenecientes á la división de Palombini, y su vanguardia se adelantó hasta Torralba de los Frayles. El 6 se reunieron más tropas, y el 7, día de la Ascensión, se movieron rápidamente sobre Mochales, pueblo de Señorío de Molina y residencia, á la sazón, de la Junta. Rompieron su marcha poco después del anochecer, pasaron á media noche por Fuentelsaz, y á las nueve de la mañana próxima estaban en Mochales. La Junta pudo retirarse y escapar de los enemigos; pero éstos cogieron 30 soldados, saquearon el pueblo, que era uno de los más acomodados del contorno, robando á sus habitantes hasta el extremo de despojar de su ropa á las mujeres en la plaza, y lo que es más sensible, ahorcaron al alcalde, á otro vecino y á un soldado. Hecho esto se fueron, imponiendo al pueblo una contribución de 100 cahices de trigo y otros tantos de cebada, que debían llevarlos á Torralba, con la prevención de que si á los tres días, que volverían, según dijeron, no encontraban los tres cadáveres de los ahorcados, pasarían á cuchillo á los habitantes todos é incendiarían el pueblo.
Se llevaron presos, en rehenes, al párroco y dos vecinos más. De Villel se llevaron también al párroco y al alcalde, y de Milmarcos al párroco y otros vecinos, y se volvieron á Used y Torralba, donde están tapiando las calles y se fortifican.»
El 26 de septiembre de 1810, las tropas francesas prendieron fuego a la villa, afectando a la iglesia y su retablo.44
Una vez terminada la guerra, Villel siguió perteneciendo a Soria fuera de los límites de la provincia. Durante este periodo, —y hasta que en 1833 forme definitivamente pare de la provincia de Guadalajara— habrá un paréntesis de veinte meses en los cuales Villel quedó integrado en la efímera provincia de Calatayud.
Con el inicio del Trienio Liberal y la restauración constitucional, las Cortes extraordinarias redactaron una división provisional del territorio español. En dicho texto, con fecha del 27 de enero de 1822, se dividía el territorio en 52 provincias, entre ellas la de Calatayud, con capital en la ciudad homónima. Dentro de los límites de esta nueva provincia quedaron Villel de Mesa junto a otros municipios ahora pertenecientes a las provincias de Guadalajara, Soria y Zaragoza. Como en tiempos medievales, Villel volvía a dominios aragoneses, pero esta nueva experiencia bilbilitana no duró ni dos años. El 1 de octubre de 1823 se instaura por segunda vez el gobierno absolutista de Fernando VII, quien disuelve las Cortes y anula la legislación del Trienio Liberal.
Finalmente, en la reforma territorial que llevó a cabo Javier de Burgos, Secretario de Estado y del Fomento, los límites de la provincia de Guadalajara engloban a Villel de Mesa, quedando “hasta la raya de Aragón en la confrontación de Sisamón”, como se describe en el texto que generó el R. D. de 30 de noviembre de 1833. Unos meses después, son los partidos judiciales los que se actualizan, listando a Villel de Mesa en el marco del partido judicial de Molina.220
En el año 1844, el Estado crea una Comisión de monumentos históricos y artísticos en cada provincia (R.O. de 13 de junio de 1844), con el fin de inventariar el patrimonio histórico-artístico existente (R.O. de 2 de abril de 1844). De este modo, se crea la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia de Guadalajara. Estas comisiones estaban formadas por cinco miembros que trabajaban de forma desinteresada. Sobre estos procedimientos, López Trujillo (1997) indica que: «el organismo alcarreño desarrolló un sistema sencillo, rápido y barato, consistente en un cuestionario de 72 preguntas, que se envió por correo a la mayor parte de los pueblos de la provincia a fin de que los alcaldes y curas párrocos ―presumiblemente los más cultos del lugar― contestaran las preguntas y lo remitieran de vuelta.»
El cuestionario1 dirigido a la alcaldía de Villel de Mesa consta de 71 preguntas, divididas en 4 bloques relativos a: monumentos romanos, con 16 preguntas; monumentos de la Edad Media, con 36 preguntas; monumentos árabes, con 10 preguntas; y monumentos del Renacimiento, con 9 preguntas.
Las respuestas quedan registradas en el mismo impreso y firmadas por el alcalde constitucional: Juan Francisco Renales; y el cura párroco: Juan Izquierdo; con fecha de 28 de diciembre de 1844.
En la década de los setenta y ochenta, en el siglo XIX, la villa se ve afectada por las epidemias de la viruela y el cólera, que redujeron la población en más de cien habitantes.