Rimas de Pedro Liñán de Riaza
Ficha de registro
R71
Rimas de Pedro Liñán de Riaza
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«PRELIMINAR. Había llegado hasta nosotros una vaga y confusa noticia de la existencia de un poeta aragonés de relevante mérito, llamado Pedro Liñan de Riaza; conocíase, a lo menos por los aficionados a la lectura o estudio de nuestros clásicos, alguna que otra composición suya, incluidas en ciertos peregrinos libros de su tiempo, así como también el universal aplauso de que le hicieron objeto sus contemporáneos; pero esto ni servía ciertamente para apreciarle como era justo ni mucho menos para colocarle en el lugar que de derecho le correspondía en el Parnaso español. Dado el curso de las investigaciones profundas de nuestros eruditos en todos los ramos del saber humano, no podían sin embargo pasar por más tiempo desconocidas, la vida y obras de Pedro Liñan de Riaza: medir la importancia de este vacío poniendo de relieve la conveniencia y justicia de una reparación completa, le cupo en parte a la Bibliografía literaria (que tan buenos servicios está prestando a las letras), por las autorizadas plumas de D. Bartolomé José Gallardo y D. Cayetano A. de la Barrera.
La República literaria y más en especial el reino de Aragón, tenía pues, en cierto modo, pendiente una deuda sagrada con uno de sus hijos más insignes y desfavorecidos, y ocasión más propicia y oportuna de satisfacerla que la publicación de la presente Biblioteca, no podía en verdad deparársenos: he aquí por qué nosotros con mejor intención que suficiencia y tiempo para ello, nos dedicamos a reunir cuantas noticias y obras pudimos allegar de tan notable ingenio, a fin de salvar su memoria y fama del insondable mar del olvido; pero desde el momento en que pusimos mano en tan espinosa-y ardua tarea, echamos ya de ver lo imposible que nos era cumplir en toda su extensión la magnitud del compromiso contraído, teniendo por tanto que limitarnos, a lo que juzgamos debía atenderse en primer término, como más importante y necesario, esto es, a dar a conocer el mayor número de sus obras, salvándolas de un extravío completo, y levantando de esta manera a su fama un monumento sólido e imperecedero.
Si no a la medida de nuestros deseos, a lo menos, a la de nuestras esperanzas, terminamos la parte principal de nuestro empeño, consiguiendo elevar el número de sus composiciones ciertas e indubitadas desde las dos comprendidas en las Flores de Poetas Ilustres, de Pedro de Espinosa, que hasta de ahora venían siendo su único título de gloria, hasta el número de más de cincuenta, menguado en verdad para la fama del fecundo Vate bilbilitano, pero suficiente para asegurar en lo sucesivo su reputación y memoria libre de la ambigua oscuridad que la rodeaba.
Las poesías que hemos logrado reunir y que forman la presente colección, pueden considerarse divididas, bajo el punto de vista editorial, en tres clases, a saber: las publicadas durante su vida, con su nombre; las que vieron la luz pública, también en sus días, pero que por carecer de esta circunstancia, aparecen como anónimas; y tercero, las inéditas: en el primer grupo, por demás breve y reducido, se cuentan, los dos sonetos incluidos en la antología de Espinosa; un romance contenido en uno de aquellos pliegos volantes que se imprimían entonces para uso principalmente del pueblo, y cuyo único ejemplar existe en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, y dos composiciones más, encomiásticas, las cuales, como todas las de este género, más bien que como verdaderas poesías, deben ser miradas como fórmulas convencionales de la corte- sía literaria de aquellos tiempos, tan usadas por todos, sin gloria para ninguno, y de que ya se burló con su inimitable gracia el inmortal autor del Quijote: de buena gana hubiéramos prescindido de todas ellas, si la escasez de producciones que de Liñan nos quedan no nos hubiese obligado a recoger cuidadosamente hasta las más insignificantes reliquias de su repertorio.
Al segundo grupo corresponden las poesías, generalmente romances, que salieron a luz desde el año 1589 en cuadernos sueltos 6 pequeños romancerillos, que luego se refundieron en el General (1600). Imposible nos fuera por carecer de nombre de autor, identificar algunos de los que pertenecen a Liñan, si su nombre poético no nos hubiera servido de guía en aquel intrincado laberinto fundado en lo que él mismo dice de sí en un romance W y además en la autoridad respetable del humanista Bartolomé Ximenez Paton: sin embargo, nos hemos visto obligados a omitir no pocos de los que le corresponden, por no haber podido comprobar su autenticidad de una manera clara e indubitada.
En el último grupo, tal vez el más importante, colocamos las composiciones poéticas de Liñan, que saldrán ahora a la luz pública procedentes de dos no- tables códices; el primero de la Biblioteca de la Universidad de Zaragoza, y el segundo de la Nacional: cuantas diligencias hemos practicado para encontrar un tercer manuscrito de esta misma Biblioteca, comprensivo, según el Indice de varios sonetos de Liñan, han sido completamente infructuosas, confirmándonos más y más en la urgente necesidad que existía de dar el primer paso en el camino de la rehabilitación que tan de justicia se le debe, siquiera sea para salvar los mermados residuos que de sus obras nos quedan de una destrucción completa, o ya también para estimular, a quien con más tiempo, mayores recursos y mejor fortuna, quiera dar feliz remate a la obra, tan solo, por nosotros iniciada. […]»